Escenarios en un mundo transformado: cinco tesis sobre el futuro del sistema internacional
Cinco tesis sobre el futuro del sistema internacional | ICAP 51 sino de los centros económicos del mundo. Durante ese periodo y hasta la Revolución Industrial, los europeos esta- ban interesados en esta región y, en los productos que salían de esta zona, ya que, ellos vieron, cómo el crecimiento de los imperios musulmanes que ampliaron su influencia en zonas de Mediterráneo y el Océano Índico (Indonesia), afectaban los ingresos de sus rutas comerciales, por eso, se estableció como prioridad, la búsqueda de nuevas rutas de acceso a ese centro económico del mundo. Consecuentemente, estas acciones die- ron como resultado el descubrimiento y la conquista de América, véase que, durante este proceso de constante cone- xión e intercambio se generó una ola de globalización, que, en su momento, no solo era más lenta que en la actualidad, sino que estaba concentrada en ciertas zonas geográficas (puertos), Posterior a la conquista de América, los imperios euroasiáticos de China (al este), Rusia (en el centro), Irán (al suroeste) y el Otomano (al oeste), generaron una ofensiva, en aras de competir con los esfuerzos imperialistas de la Europa Occidental (Marks, 2007); esto les permitió fusionar territorios y poder eco- nómico, que era compensado, por los esfuerzos de los imperios español, fran- cés, portugués e inglés. En todo caso, en el periodo que abarca entre 1750 y 1850 se generó, un ciclo de ruptura que transformó las matrices de producción, y, por lo tanto, de los centros de poder económico a nivel global. En esta coyuntura y con la separación de las colonias británicas en América; los Estados Unidos se insertan en los flujos comerciales globales, convirtiéndose en socios y competidores, la clave de este periodo fue la continua adaptación de la tecnología generada en Gran Bretaña, que provocó la industrialización de otras naciones, y, por lo tanto, la oportunidad de competir. Así mismo, el auge del capi- talismo y de la clase trabajadora europea y norteamericana afianzó el Atlántico como el eje del crecimiento global, esta transformación, ya no era solo, en tér- minos económicos, sino también en espacios sociales. Llegado el siglo XX, los sistemas basados en la industrialización se hallaban en el Atlántico, mientras que los establecidos en la producción agrí- cola, estaban en la India y China. El ingreso de China en los flujos comer- ciales globales y, especialmente, su participación a partir del año 2001 en la Organización Mundial del Comercio, además, el auge de los tigres asiáticos; Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), que, aprove- chando sus capacidades poblacionales, junto con políticas de activación eco- nómica, favorecieron el regreso de la mirada comercial al Océano Índico y al Mar de China, es decir, el Estrecho de
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