Revista-78
ICAP-Revista Centroamericana de Administración Pública (78): 250-270, Enero-Junio/2020/ -257- En desnutrición, por ejemplo, se sabe qué hay que hacer, a pesar de ello, en el caso de la epi- demia de sobrepeso y obesidad; escasamente se han hecho avances y estos están vinculados a la obesidad infantil y adolescencia porque re- presenta la población más fácil de tratar. Bajo cualquier prisma político, industrial, farmacéu- tico, mercantil, ideológico y económico que im- pulse el desarrollo social es prioritario preservar la salud de la población. La paradoja se plantea en el hecho de que la cura de enfermedades como estas aún no es una preocupación prio- ritaria, porque la demanda de productos médi- cos y cosméticos se vería afectada; el problema real radica en que esto ya se salió de las manos y no tendremos el control. Si no se enfoca este problema desde una perspectiva pública que nos permita construir opciones entorno a estos flagelos y de construcción de rutas de retorno a la salud colectiva o al menos de contención real de la epidemia, en pocos años no habrá muchas opciones para la población en general. Es vital responder cuestionamientos como: ¿Cuánto tiempo más se jugará con la salud y la economía colectiva sin intervenir de forma eficaz y definitiva? El panorama real es que el continente está enfermando, a nivel de salud pública se conoce el diagnóstico y se puede prever sus impactos, se sabe las dramáticas con- secuencias que estos procesos provocan, pero apenas estamos pensando sí es válido tratarla o no. Además, los 17 retos que plantean los ODS, cuyo fin es erradicar la pobreza, proteger el pla- neta y garantizar que todas las personas sin dis- tinción gocen de paz y prosperidad, constituye un marco propicio para coparticipar en la pro- puesta, diseño y establecimiento de las políticas y la financiación necesarias para la consecución y logro de esos objetivos. La salud y el futuro de miles y miles de personas está comprometida, y aunque se conocen los datos, todo indica que se sigue y seguirá toman- do decisiones superficiales, y no se ha llegado a una real conciencia de que esto sobrepasa los intereses personales o sectoriales, que se está frente a una disyuntiva que relaciona la super- vivencia de millones de personas con acciones o el impulso de políticas públicas que partan del uso eficaz y eficiente de los recursos preexisten- tes de las instituciones públicas. Hoy los gobier- nos están enfocados en planificar la población, pero en pocos años veremos condicionamientos diferentes como tasas negativas de natalidad –como en varios países europeos- solo que en las Américas por falta de salud y no por deseo individual. Desde el 2014, “se proyectó que los sistemas de seguridad social no podrán sopor- tar la carga económica que imponen las enfer- medades metabólicas y no transmisibles ligadas al sobrepeso” (Organización Mundial de la Sa- lud, p.ix ) estando en riesgo de colapsar. A esta realidad no se escaparán los sistemas privados o mixtos, que tampoco podrán asumir esta cri- sis; por su parte, los sistemas públicos de salud enfocados en curación deberán enfrentar una avalancha de complicaciones para las cuales no estarán preparados, el involucramiento consien- te de los gobiernos se torna una prioridad para mantener estable el ambiente de salud y garan- tizar la productividad económica de un país. 3.1. Impacto económico del sobrepeso, obesidad y de las enfermedades no transmisibles El sobrepeso tiene una repercusión económica, social y cultural en la vida productiva que pasa asombrosamente desapercibida, si pensamos que la persona con enfermedad activa no llega a trabajar y pudiera ser evaluado por su ausen- cia laboral, el panorama se complejiza cuando se habla de sobrepeso y obesidad. Si se vinculan estas dos variables en un análisis comparativo con el resto de causas o enfermedades que pro- vocan ausencia laboral, se evidencia que este grupo poblacional falta a sus labores de dos a tres días al año, mientras el grupo sin esta condi- ción falta dos días. Aparentemente, no hay una diferencia sustancial, sin embargo, en el 2017, “se estableció que esta condición produce una sub-productividad marcada” (Organización Pa- namericana de la Salud –OPS- y la Organización Mundial de la Salud –OMS p.2). Las personas producen menos por tiempo de trabajo, esto en América Latina representa una pérdida del 5% del producto interno bruto de un país de bajos ingresos económicos o el equivalente a $500 mil millones de dólares al año.
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