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Alexander López R.
Considerando estas cifras, si bien la región presenta, en
términos generales, una disposición del recurso, el uso
irracional de este puede conducir a un desabastecimiento;
asimismo, se deben considerar los posibles impactos de las
sequías en el sector agrícola y cómo esto puede afectar la
disponibilidad de agua.
Aunado a los elementos anteriores, otro aspecto que ha
contribuido a la vulnerabilidad ambiental centroamericana
es el uso de los suelos. En este sentido, el uso del suelo
presenta cambios significativos (ver ilustración 4.2), así “el
cambio de uso del suelo genera el 74% de las emisiones de
GEI del área. Guatemala y Honduras son responsables del
76% de las emisiones en el área, por cambios en el uso del
suelo y la quema de hidrocarburos y leña” (Meléndez, 2014).
El uso del suelo en la actualidad varía no solo por razones
económicas, sino también porque el cambio climático ha
conducido a modificaciones en los usos y cultivos de pro-
ductos en determinadas zonas. De acuerdo con Meléndez
(2014), “los cultivos más sensibles son caña de azúcar, yuca,
maíz, arroz y trigo. Maíz, frijol y arroz son los cultivos más
importantes del istmo. Aunque la región cuenta con dos mi-
llones de pequeños productores de granos básicos, hay una
alta concentración en agricultura de subsistencia y cultivos
vulnerables al fenómeno”. Si se vinculan los cambios del sue-
lo con el sector económico agrícola, se denota que existe
una gran dependencia entre ambos, y el cambio climático
demanda la necesidad de desarrollar medidas de mitigación
en el corto plazo si se espera sostener los productos agríco-
las como claves en las economías centroamericanas.
Consecuencias a nivel regional
Tal y como se ha señalado previamente, las consecuencias
del cambio climático ya son evidentes en la región cen-
troamericana. Según la ilustración 4.2, los usos del suelo
son uno de los elementos más evidentes en relación con