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Alexander López R.

En tercer lugar, en lo que compete a los países asiáticos

más importantes en términos de emisiones de GEI, se en-

cuentra Japón. Este ratificó el Acuerdo de París el 8 de no-

viembre del 2016. La NDC nipona incluye un objetivo de

reducción de emisiones del 26% por debajo de los niveles

de 2013 para el 2030 y equivalente al 18% por debajo de

los niveles de 1990 para 2030. No obstante, según indica

Climate Action Traker

(2017), la NDC de Japón se basa en un

método de contabilidad problemático que excluye el uso

de la tierra, el cambio de uso de la tierra y la silvicultura en

las emisiones del año base, pero lo incluye en las emisiones

del año objetivo. Por otro lado, las futuras emisiones de

Japón son difíciles de predecir debido a la incertidumbre

sobre el papel futuro de la energía nuclear, el carbón y las

energías renovables.

Si bien es cierto, parte de la capacidad para generar energía

a partir del carbón aún está en proceso de construcción

y planificación, el gobierno prevé un mayor despliegue de

energía renovable hacia el 2030 que lo planeado bajo la

NDC. No obstante,

Climate Action Traker

(2017) advierte

que la estrategia energética japonesa no está en línea con

lo que se necesita para transformar el sector energético en

una economía de baja emisión de carbono. De hecho, es lo

contrario, ya que las centrales térmicas de carbón tendrán

un papel cada vez más importante en Japón.

Consecuentemente, el tipo de contabilidad asimétrica uti-

lizada por este país asiático en el uso de la tierra, el cambio

de uso de la tierra y la silvicultura, así como la incertidumbre

relacionada con las generaciones energéticas, originan pro-

blemas al tratar de predecir cuál será el comportamiento en

las futuras emisiones de GEI. Esto implica que aun cuando

es posible que se alcancen los compromisos establecidos

en la NDC, la estrategia japonesa está lejos de considerarse

adecuada para alcanzar la meta de los 2°C a nivel global.