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Alexander López R.
El antecedente inmediato de las actuales dinámicas y ne-
gociaciones internacionales se remonta a la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarro-
llo celebrada en 1992 en Río de Janeiro, Brasil, denominada
habitualmente Cumbre de Río o Cumbre de la Tierra. La
trascendencia de la cumbre se ve reflejada, asimismo, con
la adopción de tres instrumentos internacionales de enor-
me importancia: 1) La Convención Marco de Naciones Uni-
das sobre Cambio Climático (CMNUCC), 2) La Convención
sobre Diversidad Biológica y 3) El Plan de Acción llamado
generalmente “Agenda 21”. Tales instrumentos internacio-
nales influyeron de manera decisiva en el subsecuente de-
sarrollo de la política y la legislación ambiental, tanto a nivel
internacional como nacional.
El objetivo último de la CMNUCC es la estabilización de
las concentraciones de gases de efecto invernadero en la
atmósfera a un nivel que impida interferencias antropo-
génicas peligrosas en el sistema climático (artículo 2 de la
CMNUCC). Ahora bien, la propia convención no establece
objetivos de emisión obligatorios para los países, aunque
en el momento de la firma, 23 Estados desarrollados se
comprometieron a la reducción de emisiones que van des-
de la estabilización hasta el 25% por debajo de los niveles
de 1990 entre 2000 y 2005 (Barnett, 2007).
Desde Río y hasta la fecha, además de la Convención Mar-
co de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y el Con-
venio sobre Diversidad Biológica, muchos otros tratados
internacionales en materia ambiental han sido suscritos por
la comunidad internacional, entre ellos: La Convención de
Naciones Unidas para combatir la Desertificación, de 1994,
el Protocolo de Kioto a la Convención Marco de Naciones
Unidas sobre Cambio Climático, de 1997, y El Protocolo de
Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología a la Con-
vención sobre Diversidad Biológica, del 2000.