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Alexander López R.

sus gases contaminantes, el protocolo los obliga a hacerlo.

Asimismo, otra de las virtudes del Protocolo de Kioto es el

principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas

(

common but differentiated responsabilities

), el cual reconoce

que los países desarrollados son, principalmente, los res-

ponsables de los actuales niveles de gases de efecto inver-

nadero que se encuentran en la atmósfera, como resultado

de más de 150 años de actividad industrial y, por lo tanto,

son los países que deben asumir la mayor carga en las obli-

gaciones para revertir esta situación.

Con respecto a lo anterior, Aldy y Stavins (2007) señalan

que el Protocolo de Kioto solo comprende las obligaciones

de los países industrializados para limitar sus emisiones sin

abordar otras restricciones o políticas de emisión para los

países en proceso de industrialización. Así pues, el protoco-

lo no obliga a grandes economías en desarrollo y crecimien-

to, como China, Brasil o la India.

Ahora bien, este instrumento continúa siendo un mecanis-

mo internacional bajo el cual países desarrollados se han

comprometido a reducir sus emisiones de dióxido de car-

bono y otros gases de efecto invernadero. Fue acordado

en el Anexo I que los Estados parte tomarían el liderazgo

a través de una limitación cuantificable en sus emisiones y

en los objetivos de reducción. Por ejemplo, en el año 2007,

en su tercera reunión, tomando nota de las conclusiones

del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC

por sus siglas en inglés), argumentaron la necesidad de asu-

mir compromisos de reducción de emisiones de gases de

efecto invernadero entre un 25% y un 40% por debajo de

los niveles de 1990, por parte de los países industrializados

para el periodo posterior al 2012, a fin de limitar un aumen-

to global en la temperatura promedio.

Por otro lado, resulta importante destacar que el Proto-

colo de Kioto contiene, además, la posibilidad de generar