Políticas públicas frente a los efectos de la pandemia en el sector rural de los países del SICA

Políticas públicas frente a los efectos de la pandemia en el sector rural de los países del SICA

Por: Óscar Quesada Madriz, Coordinador de Asistencia Técnica, ICAP.

San José – Abril de 2020. Las grandes asimetrías que enfrenta el medio rural de la región son uno de los grandes desafíos en los países miembros del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible suscritos en septiembre de 2015.

Estas asimetrías se acentúan a partir de la crisis que ha desatado la pandemia COVID-19, y se expone con más rudeza la vulnerabilidad económica, social y ambiental del medio rural.  Por lo tanto, las políticas públicas en esta emergencia son determinantes para minimizar dicho impacto y además pueden llegar a potenciar el aporte del medio rural para la salida de la crisis.

El primer frente de acción en términos de política pública está relacionado con aquellos problemas que pueden afectar la fase de diagnóstico, medidas de control por la población y abordaje de personas contagiadas.

El medio rural se caracteriza en muchos casos por:

1.º) La fragilidad en el acceso y cobertura de los sistemas de salud.

2.º) Problema de acceso y disponibilidad de agua potable.

3.º) Dificultades de acceso físico a ciertas comunidades rurales y la dispersión geográfica de su población rural.

4.º) Aspectos culturales entre ellos la diversidad de idiomas y lenguas autóctonas particularmente en pueblos indígenas y afrodescendientes.

Estos factores se potencian considerando que, debido a la crisis de empleos y la búsqueda de seguridad, muchos pobladores de las zonas rurales que han emigrado a la ciudad u otros países regresan a sus sitios de origen e incrementan las posibilidades de contagio. Asimismo, el movimiento natural de personas y bienes que se desarrolló antes de las medidas de distanciamiento social incrementó también las posibilidades de contagio.

Aunado a lo anterior, debe ponerse atención al efecto del distanciamiento social y de la crisis en general en el incremento de la violencia familiar y los problemas de salud mental de las poblaciones rurales.

Un segundo elemento, en el que se reafirma la vulnerabilidad del medio rural y que requiere políticas públicas activas, son las condiciones de inseguridad alimentaria y nutricional en que viven miles de familias rurales y que se traduce en desnutrición y desnutrición crónica, afectando en particular a niños y mujeres. En este ámbito debe prestarse particular atención al sector de la agricultura familiar y de autosubsistencia. Los efectos en las medidas de aislamiento social y la reducción en el empleo rural exacerbarán las dificultades existentes en este sector de la población para contar con el acceso a los alimentos, en la cantidad y calidad requerida para satisfacer adecuadamente sus necesidades nutricionales.

Un tercer ámbito, en el cual se deberán tomar acciones de política pública que compensen las desigualdades entre el medio rural y urbano, está asociado a la educación.  La crisis ha demostrado la potencialidad del proceso de enseñanza por medios virtuales, pero a la vez ha puesto en evidencia la brecha digital existente.  Muchos de los niños y niñas de escuelas rurales que van a sus casas en este período de distanciamiento social, no tendrán acceso a los medios requeridos para la implementación de la formación virtual.

Ahora bien, la brecha digital no sólo tiene que ver con el acceso a la tecnología, sino también con las capacidades para su uso. En el medio rural la falta de acceso implica retrasos en el desarrollo de las competencias para su mejor aprovechamiento.

Las inversiones en cerrar la brecha digital entre zonas urbanas y rurales, puede representar una posibilidad para la inclusión de miles de niños, niñas, adolescentes y jóvenes rurales al sistema educativo, sentando las bases para su inserción a empleos de calidad en el marco de la Cuarta Revolución Industrial.

El cuarto factor de asimetría entre el medio urbano y rural, tiene que ver con el perfil económico, ya que en la economía rural de la región aún juega un papel protagónico la actividad agropecuaria en su visión ampliada.

Si bien es cierto, un grupo de alimentos básicos han incrementado su demanda por la sensación de desabastecimiento provocada por el temor colectivo, la venta de otros productos del sector se ha visto afectada tanto en el mercado nacional como internacional.

Hay sectores bajo mucho estrés, pescadores y productores acuícolas, de plantas ornamentales y flores, el sector pecuario en general, entre otros, debido a que la reducción de ventas afecta tanto a grandes, medianos, y pequeños productores. En consecuencia, los productores afectados deben ser sujetos de medidas de protección económica y en algunos casos también de política social.

Las políticas públicas asociadas a evitar la interrupción de los circuitos comerciales, es muy importante, no sólo para mantener la venta de aquellos productos agrícolas sino porque mucha de la agroindustria depende de insumos importados. Son necesarias medidas también orientadas a la no interrupción de siembras, ello implica facilitar el acceso y readecuación a créditos, suministros de semillas y otros insumos. De no tomarse esas medidas en forma oportuna, habrá problemas de abastecimiento de alimentos en unos pocos meses, ya que la agricultura, a diferencia de otras actividades productivas y de servicios, no puede iniciarse en cualquier momento del año, depende en mucho del inicio de la temporada de lluvias.

Uno de los instrumentos de política pública que más puede ayudar a los productores locales, es el poder de compra del Estado para abastecer los requerimientos de productos básicos para sus programas de alimentación escolar, de hospitales, ejércitos y suministros de alimentos a población vulnerable en medio de la crisis.

Sin embargo, los mecanismos de compras estatales son en ocasiones excluyentes, por lo que deben diseñarse programas que permitan incorporar a los pequeños productores y que además contemplen compras en períodos de emergencia.

Por otra parte, en una economía rural poco diversificada, también se sentirán súbitamente los efectos en la caída del turismo nacional e internacional, así como en la reducción de remesas nacionales y del extranjero, aunque estos impactos están repercutiendo también en forma importante en las zonas urbanas.

Al respecto, mantener niveles bajos de incidencia de la pandemia en el medio rural, evidentemente le generará mayores oportunidades para la atracción del turismo una vez que esta actividad se reactive tanto nacional como internacionalmente. Se genera entonces un patrimonio adicional a los atractivos turísticos de la región, el cual evidentemente tendrá un valor económico incalculable en el futuro. El reconocimiento de regiones y pueblos “libres de la pandemia” no resulta tan descabellada, para el corto y mediano plazo en el cual todavía estarán muy presentes los efectos de esta.

Hasta aquí la conclusión principal es que los efectos de la crisis provocada por la pandemia del COVID-19, dejarán efectivamente un medio rural mas vulnerable, por lo que, desde la perspectiva de la política pública, es necesario retomar el espíritu de la Agenda de Desarrollo Sostenible, “que nadie se quede atrás”.

La generación de oportunidades para la inclusión de niños, niñas, jóvenes y mujeres rurales, pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes, sigue siendo una tarea pendiente.

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